Publicado el 15 de marzo de 2016 en la edición no. 13 de la revista “Políticos al desnudo”

El pasado 15 de abril, se propuso, en el Senado de la República instaurar el primer viernes de marzo de cada año como el “Día Nacional de la Oratoria”, y gracias a una extraordinaria suma de voluntades, este año lo festejamos el día 4. Está muy claro que cuando se proponen cosas positivas las fronteras partidarias se desvanecen y germina un concluyente acuerdo que se expresa en beneficios y resultados. Con 94 votos a favor, 0 en contra y 0 abstenciones, se aprobó dicho dictamen que no solo sirve para conmemorar una actividad tan importante como es el arte de la palabra, sino que nos invita a devolverle su valor y a revivir su verdadero significado.

Es curioso que haya sido el Senado de la República, el recinto en donde se propusiera esta iniciativa, pues es la tribuna que ha sido testigo de la expresión y el cumplimiento del compromiso de grandes oradores que en muchas ocasiones han honrado la causa de esta actividad; como en 1913 el Sen. Belisario Domínguez, quien defendía desde su escaño la obligación impostergable del mexicano revolucionario, o como en 1964 en que la Sen. María Lavalle Urbina, defendiera con su palabra la presencia de la mujer que por primera vez hacía uso del recinto; podría mencionar a muchos de ellos, de uno u otro sexo, de cualquier ideología política, de distinta procedencia, de múltiples edades, pero todos ellos con un interés en común, el interés supremo de expresar la voluntad de su representados.

Con esas características, encontramos a los oradores que han llevado la congruencia como estandarte y que consolidaron su liderazgo no solo en el discurso, sino en la práctica y con los hechos. Estas particularidades las encuentro en dicho recinto, de mi Estado y de mi época; así se distingue el Senador Pepe Yunes, reconocido por su congruencia, y por llevar con su palabra el bienestar de quienes lo votaron y de quienes no; por cumplir con lo que dice y por hacer de su trabajo una vocación, saciando poco a poco ese interés del que se habló: el expresar con claridad las necesidades de Veracruz, y buscar solucionarlas con sus actos.

La palabra ha sido empleada en tantas ocasiones de manera correcta como de manera incorrecta, no es para vanagloriar el uso indebido de la misma, sin embargo sigue siendo una habilidad tanto natural, como de trabajo y dedicación. La palabra, tanto puede sanar, como puede herir; tanto puede dar vida como puede quitarla. La fuerza de la palabra es algo tan descomunal, como el orador la sepa emplear, se convence el entendimiento y se persuade la voluntad, tan consistentemente como el hierro forjado y con la misma delicadeza que el inaudible aleteo de una mariposa; así es el verbo peregrinante, que tanto amó el Maestro Horacio Zúñiga, conocido por muchos como el mejor orador de la historia de México.

Las tribunas del país se han vestido de gala en múltiples ocasiones, al haber presenciado majestuosas palabras como las del Maestro José Muñoz Cota Ibañez (DEP), a quien he tenido oportunidad de conocer gracias a sus libros y gracias, principalmente, a las extraordinarias anécdotas que mi querida Maestra Alicia Pérez Salazar de Muñoz Cota, ha confiado en mi. Las palabras que el Maestro dictó con los días de su vida, hicieron de ella una arenga inolvidable, del amor a la oratoria. Hoy honro su ejemplo y honro su historia, en donde quiera que él esté.

Veracruz tuvo grandes campeones nacionales, recordamos como un hombre de gran aplomo al Maestro Guillermo Héctor Zúñiga Martínez, profesor normalista, político y servidor público, que supo hacer de la tribuna una amiga y del verbo un cómplice eficaz. Así también, el primer veracruzano en ganar el concurso nacional de oratoria “El Universal”, es Fernando Córdoba Lobo, conocido por su verticalidad y honestidad; quien en distintas entrevistas habla, como priista sobre la necesidad de pertenecer un partido unido pero no uniforme, quien habla de promover el diálogo, las ideas y de generar consensos.

Para hablar en público se requiere un alto grado de responsabilidad social, pues la palabra nace comprometida con las causas de la gente. Hablar bien es un Don magnífico, pero lleva consigo el compromiso de expresarse con ética y congruencia. No basta la elocuencia, ni la forma, ni persuadir, ni conmover; que siendo parte necesaria de la esencia del discurso, han sido mal empleadas por el oportunismo sistemático que medra con las fibras más sensibles de la población.

Hoy Veracruz necesita, mujeres y hombres preparados, que conozcan los temas de fondo, que se encaren en el terreno del debate de las ideas y que estén dispuestos a pensar, proponer, decidir y actuar.

Las oradoras y oradores de México, saben que la lectura es la piedra angular de la oratoria, por eso te invito a compartirme los títulos de los libros que más te gusten, y que los libros que tengas oportunidad de leer sirvan para tu formación; y que tu formación le haga bien a este país, que tanto te necesita.

Que la palabra sirva con pasión, por el bien de Veracruz.

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