Para todo aquel, que al igual que yo, tuvo la oportunidad de disfrutar una infancia a la veracruzana; podrá remembrar aquellas hazañosas historias con sus amigos por las calles de su ciudad, o como en mi caso, mi pueblo Banderilla, en donde tal cual la tradición signa, del 16 al 24 de diciembre de cada año visitábamos casa tras casa y hasta donde pudiéramos llegar, pues así fue el origen del transitar de un canto típico que se hizo tan conocido como es “La Rama”.

Con claves, panderos, maracas, guitarras, jaranas, requintos, y algunos más sólo con su voz, pero todos con su rama adornada en la esencia navideña, se camina cantando y pidiendo un aguinaldo por la noche; en una travesía llena de risas, amenas charlas, alegrías, a veces un poco de pesimismo por no estar juntando lo esperado, y hasta travesuras que te han dejado un cansancio corporal inevitable por haber corrido varias cuadras, pues a las casas que no se tomaron ni la molestia de abrir se les deja una característica despedida al puro estilo de Alvarado, ciudad que conocida como “La Capital de la grosería” da los buenos días con una buena “mentada”, ciudad en donde la lengua es de lo más florida.

Tradición nacida en Las Llanuras del Sotavento, la Cuenca del Papaloapan, y La Sierra de los Tuxtlas, tradición que hoy viene a camuflar con los hábitos de la Capital, Xalapa; y es que esta es una parte del folklor de la región, que se ha extendido hacia el sur del país y habiéndose hecho ya tan conocida, es de temer aún su prevalencia, pues son la inactividad y el desaire de la infancia actual, lo que está haciendo inflexión al reducir el crecimiento de su popularidad y su preservación.

Es este último año que acaba de pasar, uno en el que he tenido la oportunidad de conocer gente y hacer amigos de otras partes del país, y me ha causado cierta sorpresa el hecho de saber que varios de ellos nunca habían escuchado hablar de esta tradición, razón por la cual quise platicar un poco de ello, razón por la cual les quiero compartir:

En el canto hay un verso que es muy característico y no puede faltar, “Naranjas y limas, limas y limones…” pero entre todo, se le añaden algunas partes y se le quitan algunas otras; hay entradas, hay salidas de agradecimiento y hay salidas de reproche por no haber recibido aguinaldo; hay versos de pausa por si aún se espera a que la persona de la casa salga pero se está tardando, ¡hay de todo!, ¡pero no hay como salir a cantarla”. Les comparto una versión para que escuchen el estilo.

Recuerdo claramente el sentimiento, pues renace cada vez que la escucho, de ver participar a mi papá en un concurso de “Ramas” con versos que escribió e instrumentos que tocaban sus amigos, al puro estilo veracruzano. Ese como muchos otros instantes de mi niñez son con los que pude definir que para mi esa era la identidad que quería preservar; así, en un instante entendí por qué hasta un personaje como Agustín Lara se hizo adoptar por Tlacotalpan y por qué decidió desde pequeño encarnarse a lo que amó, encarnarse a Veracruz.

Nota: Aquí les dejo otra versión, de Tlen Huicani, con algunas algunos versos para darle un toque más veracruzano aún: https://www.youtube.com/watch?v=bFzf4JvAtNc